Algo menos que un debate

Hace unos meses escribía en este blog sobre El Debate del Estado de la Nación, un debate del que criticaba la arrogancia, la soberbia y la falta de escrúpulos de los contendientes. Dos políticos de los grandes cuyo enfrentamiento dialéctico terminó en un “bronco, ácido y navajero debate”.


Fuente: Europapress
Fuente: Europapress

La Real Academia Española define el término ‘debatir’ como verbo transitivo cuyo significado es “altercar, contender, discutir, disputar sobre algo”, y como segunda acepción “combatir, guerrear”, pero no del modo en el que lo hicieron los líderes nacionales. Tampoco como el que todos los extremeños hemos podido ver en el canal autonómico, Canal Extremadura. Tras las desavenencias sobre si debía tener lugar el debate o no, todos los candidatos accedieron a participar. Doce candidatos convocados para grabar el programa tres días antes de la emisión. Un debate estructurado en tres bloques: regeneración democrática, políticas económicas y de empleo, y políticas sociales. Cada uno de los candidatos, escrupulosamente dispuestos en el plató, tenían dos minutos y muchos ni tan siquiera tenían palabras para agotar los tiempos. ¿Tan poco tenían que contar a los miles de ciudadanos que llevábamos días esperando ‘el debate’? ¿Acaso fueron sorprendidos y desconocían la estructura del programa? ¿Eso es todo lo que pueden ofrecernos? ¿Así es como nos lo ofrecen? No me canso de hacerme preguntas para las que prefiero no obtener respuesta.

Si tuviera que definir de alguna manera lo que ayer pude ver, sería surrealismo, algo más que vergüenza ajena. Por un momento llegué a pensar que se trataba de los ensayos previos. Por momentos imaginé que esos no podían ser los doce candidatos propuestos para liderar el gobierno autonómico. Es cierto que los más veteranos demostraron tener más tablas ante las cámaras, pero la mayoría dejaron mucho que desear. Podría opinar de la vestimenta elegida por algunos, de los gestos de otros, de su forma de hablar, de leer, de sus escasos –por no decir nulos- entrenamientos… Pero lo hecho, hecho está. Hablar no es fácil (a los hechos me remito) y cuando uno lo hace, debe tener la seguridad y el convencimiento de qué decir y cómo decirlo. Sirvan como ejemplo los debates universitarios en los que la palabra es la protagonista en cada una de las intervenciones; en los que los argumentos, las refutaciones, las réplicas son la parte fundamental del debate.

Dicción y expresión; actitud y aptitud; fondo y forma… Mucho nos queda por aprender. A unos más que a otros.

2 comentarios
  1. La palabra debate sobra completamente.

    Una exposición reiterativa de lugares comunes, sin gracia. Una check-list de buenas intenciones transversales, más propia de la regeneración anual-navideña (ya sabéis: mejorar la dieta, hacer deporte y meter mano definitivamente al inglés…), que de la regeneración política que se pretende.

    El realizador, eso si, dio una clase magistral: «El plano fijo y su aplicación al busto parlante».

    Pa’vernos matao!

    1. Fue realmente bochornoso, de principio a fin.

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